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  Por Marcos Horta

«Inefficiency, cronyism, high pay, lavish expense accounts and even corruption and illiteracy have become the all too common characteristics of the Secretariat and other U.N. bureaucracies.» Burton Yale Pines

(«La ineficiencia, el amiguismo, los altos salarios, los gastos lujosos e incluso la corrupción y el analfabetismo se han convertido en características demasiado comunes de la Secretaría y otras burocracias de la ONU.»)

Teniendo una noción básica de la historia, ¿puede un individuo creer que para el Tercer Mundo las instituciones y potencias mundiales albergan intenciones humanistas y despojadas de intereses económicos y dominio cultural?

Lamentablemente la respuesta es sí. Millones de personas confían en que onerosos presupuestos de centros de poder de tamaña envergadura como el FMI, el BID, la ONU, ciertas ONG’s o embajadas son para fines éticos y morales. Confían en que multinacionales tales como Coca Cola o Nissan realizan inversiones en publicidad por el bien de todos nosotros, creen que Hollywood es pionera en visibilizar la diversidad tan deseada o que la directiva de la NBA lucha arduamente por la igualdad racial. Así, para el ciudadano promedio, los adelantados progresistas del primer mundo son tan responsables que consiguen cientos de millones de dólares a través de estados, empresas y filántropos para ayudar a las mujeres de los países más rezagados a no ser madres y alcanzar sus metas individuales sin ataduras biológicas o para que pequeños emprendedores salgan adelante libres de CO2.

Es tan complejo el entramado de conceptos y falsas premisas que tejen los dueños de las marionetas del poder y sus organismos supranacionales, que son capaces de matarnos haciéndonos creer que es por nuestro propio bien. Son tan buenos disfrazando intenciones y escondiendo lo que verdaderamente importa que terminan convirtiéndose lisa y llanamente en maestros de la manipulación. Por citar algunos ejemplos, así es como Estados Unidos financia abiertamente el aborto en México, o Francia en África Occidental, argumentando que es por la libertad de las mujeres.

¿Cómo se puede estar tan ciego frente a tal intervencionismo? ¿Cómo es posible que a ninguno le rompa los ojos saber quién financia los partidos políticos, los organismos internacionales y la propaganda unánime? Estos poderes han logrado que nuestras monedas valgan céntimos en comparación con las de los países centrales, ¿y estos son los mismos poderes que pretenden emanciparnos del machismo y de una catástrofe climática?

Cambio Climático

Construyeron un hombre de paja, un estereotipo de rico conservador maligno, conjurando contaminación y represión moral. Construyeron un relato en el que los ricos egoístas y desalmados están por fuera de la Unión Europea, la ONU o el Foro de Davos, individuos que no intervienen en el multilateralismo y que es necesario contrarrestar con muchísimo dinero. En pocas palabras, unas bestias que solo pueden ser combatidas en congresos y foros internacionales con sumas exultantes.

Hoy no está permitido pensar que Emmanuel Macron, Bill Gates, “Jorgito” Soros y la corona británica tengan otro interés más que el bienestar de la humanidad. En la oficialidad mediática no está permitido creer que todos esos planes a largo plazo, esos spots publicitarios o esas figuras del deporte y el espectáculo dando apoyo no sean otra cosa más que la culminación evolutiva de la conciencia humana manifestándose y haciéndose carne por primera vez en la historia, en las más altas esferas del poder mundial.

Colectivamente, hemos llegado a un punto tan infantil dónde creímos en estos personajes siniestros que nos dicen en la cara que son eso mismo, que visten atuendos que los delatan y se jactan en público de sus intenciones más rastreras. Todo lo opuesto a los héroes y grandes líderes cuya magnitud se encuentra a disposición tuya, mía y de todo ser humano vulnerable al clima, los meteoritos o la homofobia endémica.

Tan hechizada está la sociedad actual que compra globalismo hasta en el jabón de la ropa, literalmente. Basta con ver las campañas publicitarias: son todos productos pensados para el medio ambiente cuyos actores rompen con los estereotipos más orgánicos de familia o individual. Una ensalada de clichés progres de muy baja calidad artística con una credulidad de proporciones insólitas por parte de la masa consumidora.

Movimiento LGTB

No existe la más mínima resistencia en ninguno de los ámbitos mainstream de la sociedad. Los políticos ya ni se gastan en dar un discurso de soberanía, cómo quizás en décadas pasadas debían hacer para mantener a la masa militando. Alberto Fernández dice muy suelto de cuerpo que comulga con la idea del gran reseteo de Klaus Schwab, Lacalle Pou va a Naciones Unidas y su discurso se centra en el cambio climático, Bolsonaro decreta tres días de duelo por el fallecimiento de la reina Isabel. No existen divisiones reales, todos están financiados por quienes ostentan los mismos intereses.

Los multimedios pueden brindar un espectáculo confrontativo en cuanto al apoyo o repudio a figuras del circo político local, pero a la hora de abordar cuestiones de la inescrupulosa Agenda 2030, como el cambio climático, el aborto, la ideología de género o las inversiones en el espacio exterior, mágicamente todos se ponen de acuerdo y terminan replicando a las agencias del norte o realizando los informes más variopintos para engrosar el bombardeo diario al inconsciente colectivo.

¿Y qué hay de los artistas, los músicos, aquellos rebeldes rockeros antisistema? Están pidiendo esquema completo y 14 días de aislamiento previo a ingresar a sus conciertos. ¿Y los humoristas, reflejo de la picardía y sabiduría más popular? Autocensurándose, ensayando monólogos y espectáculos tan insulsos como obedientes. Fieles esclavos del dinero de las masas.

Sin embargo, este panorama tan desalentador respecto a las mayorías, esconde su lado positivo, la semilla de algo nuevo brotando y gestándose debajo de tamaña putrefacción. Nunca fue tan evidente la tomadura de pelo y la subestimación hacia el pueblo por parte de los grandes poderes económicos que no tuvieron otra alternativa que ser más evidentes que nunca. Hoy el que no lo ve es porque no quiere.

En pocas palabras, creo que es una gran oportunidad para tomar las riendas de nuestras vidas sin confiar ni un ápice en lo que dicen y hacen los grandes holdings a través de sus marionetas o portavoces. No debemos dejar nada en manos de terceros ni confiar en planes foráneos. Más que nunca, el alimento, la educación y las relaciones humanas se nos manifiestan en todo su esplendor. Aquellos que han despertado de esta siesta colectiva de consumo y moralidad berreta jamás volverán a ser engañados porque saben que detrás de las máscaras de los más grandes interesados solo subyacen intereses viles.

 

Contacto:

Youtube: Marcos Horta


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