Proveedores de Escasez: El Salario

Salario escazo

  Por Marcos Horta

Los seres que se informan a través de medios alternativos saben detalladamente qué es lo que realmente se esconde detrás de los escenarios de conflicto y escasez que nos intentan imponer. Decir que el miedo es la herramienta favorita de estos controladores no aporta nada que usted ya no sepa. Pero en esta ocasión quiero compartir una inquietud sobre la concepción de una de las armas programadas más eficaces que la gente con poder ha implantado en todos los extractos sociales del mundo entero: el salario.

Es un gran logro de estos muchachos la idea de la pobreza como estado inicial, y la del salario como única salida a esta ley supuestamente implacable de la naturaleza. Se nos bombardea desde muy pequeños con esta concepción, se nos adoctrina en la escasez, se nos convence de que si no aplicamos para un puesto en alguna unidad productiva preexistente, la desoladora e implacable realidad nos va a dar un cachetazo y no tendremos cómo subsistir. Nos lo enseñan en el sistema educativo, en los hogares, en las películas, en las series, nada escapa a este mensaje inapelable y sin posibilidades de ser refutado.

¿No es curioso que Homero Simpson haya viajado al espacio exterior pero no haya podido torcer su destino como operario en una planta nuclear? Claro que no, porque es la mirada heliocéntrica la que nos condiciona, mirada que nos alerta de la indiferencia del universo para con nosotros, que no somos más que una casualidad en un lugar tan inmenso y ajeno. Hasta las condiciones para la vida en este modelo así lo dictan: la supuesta distancia al sol, la temperatura, los gases, los meteoritos, todas las variables que pudiendo ser infinitas, fueron estas, las que en el fondo proclaman la posibilidad de volver a ser la nada misma en un abrir y cerrar de ojos. Pendemos de un hilo, siempre.

Por eso es vital conocer la cosmogonía y el orden de este mundo y es muy importante saber las razones por las cuales nos mienten. En primer lugar, por control. Porque para desconectar o desorientar al ser humano de su lugar de creador y multiplicador de abundancia hay que construir una desoladora concepción de fragilidad bien calibrada. Si solo somos sujetos vulnerables y expuestos a la brutal indiferencia cósmica, vamos a necesitar de la protección, de la seguridad, de la fuerza de la ley y el orden para mantener los requisitos básicos que nos unen a la vida. No basta con nuestra intuición y creatividad para aprovechar los recursos que nos brinda la naturaleza. No. Solo el camino de la jerarquía institucionalizada y su burocracia nos darán el pan nuestro de cada día.

Nuestros antepasados vivían (hasta no hace mucho) en el campo, con familias muy numerosas, sin electricidad, sin tecnología, cultivando la tierra y criando animales. La mayoría de esta población rural, que poseía tierras, por pequeñas que fueran, no necesitaba trabajar para una gran empresa o para el Estado para poder alimentarse, no necesitaba un visto bueno del afuera. Con mucho sacrificio vendían parte de la cosecha para obtener algún dinero que les permitiese comprar aquello que no producían. Era un estilo de vida muy arduo pero sin duda más independiente que el actual (probablemente estos seres jamás imaginarían un futuro tal como resultó ser hoy).

Adoctrinamiento

Es cierto que fue necesaria una gran propaganda y el enaltecimiento de la educación formal para convencer a los criollos que desvincular a sus hijos del campo y de las tareas más orgánicas de sustento, era lo mejor para su futuro. Aquí nos encontramos con la educación como primer escalón para llegar al salario salvador y proveedor de comodidad burguesa. Los controladores de aquel entonces hicieron una de sus jugadas maestras: universalizaron la educación. Pero no cualquier tipo de educación, sino aquella afín a sus intereses, la que nos desintegra cual seres humanos, la que nos aleja de nuestro propósito y la que nos enemista con la tierra.

Los Estados de todos los países satelitales de Occidente se endeudaron en la creación de centros de educación secundaria y universitaria. Crearon el típico hombre de paja, lograron vender a un Estado benefactor que luchaba contra el elitista status quo de la educación hegemónica de aquel entonces. Crear una juventud urbana y desvinculada del campo fue uno de sus hitos. Tres generaciones después, el 90 % de la gente prácticamente no sabe cultivar y si se le corta el salario por pocos meses entra en la indigencia. Este es el sueño de los controladores, tener poblaciones centralizadas, adoctrinadas por el gobierno y dependientes de un salario (que ellos mismos definen y proveen).

Es de vital importancia entender cómo operan estos señores. Su conocimiento de la conducta humana los hace poderosos, por eso es crucial saber leerlos entre líneas. El fractal se repite. Hoy, con la cuarta revolución industrial, saben bien que muchos seres hacen uso de los grandes avances tecnológicos y las telecomunicaciones para vivir lo más independiente posible de la babilonia, saben muy bien que no es tan difícil comprar tierras económicas alejadas de la ciudad, cultivar y criar animales e inclusive manejar negocios o clientes a distancia.

Conocen las ventajas a la perfección y nos embaucan para que veamos las desventajas, siempre. Entonces nos seducen con esta nueva idea hiper mega sobrevalorada de la inteligencia artificial, presentando un mundo donde el trabajo manual es primitivo y obsoleto, donde las máquinas y las grandes tecnologías informáticas van a hacerlo todo por nosotros. Presentado el escenario desestabilizador, el hombre común teme por su trabajo. ¿La solución? Fomentar carreras técnicas, informáticas, robóticas para trabajar en estas corporaciones que las desarrollan. ¡Qué mejor que meterse bajo el ala de los poderosos, sino quizás, sin un salario podríamos dejar de existir por inanición!

Personalmente, creo que es necesario ayudar a la gente a ver la abundancia que nos rodea, la posibilidad de romper con las dependencias innecesarias y empezar a ver la vida desde el poder, desde el lugar de ser creadores y poderosos, dándole importancia a nuestros pensamientos. Si seguimos pensando en el salario, obtendremos eso, un salario. Si seguimos invocando escasez, pues ese será nuestro destino. Pero si cada uno sigue lo que realmente le dicta el corazón y confía en el camino como un aprendizaje sin miedo a prescindir de ciertas comodidades, estaremos ante una gran masa crítica, con libertad para hacerle frente a todos estos escenarios de escasez artificiales que nos pretenden hacer sentir tan pequeños y vulnerables.

 

Contacto:

Youtube: Marcos Horta


Si te gustó este contenido y querés colaborar con mi trabajo podes hacerlo a través de los siguientes medios. Muchas Gracias!

 

 

 

También te puede interesar

2 comentarios

  1. Excelente reflexión. Palabras muy acertadas. La expresión «desoladora concepción de fragilidad bien calibrada» me encantó. Gracias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *