El Poder del Parto Humanizado: entrevista con Tani de Urraza

Tani de Urraza

Les presento a Tani de Urraza, obstetra apasionada y comprometida con el bienestar integral de las mujeres durante el embarazo y el parto, quien abraza con devoción el enfoque del parto humanizado, transformando la experiencia del nacimiento y guiando a las familias hacia un momento mágico y memorable. Con profundo respeto por la naturaleza del proceso de nacimiento, Tani adhiere al enfoque del parto respetado, donde cada mujer es protagonista de su propia experiencia en uno de los momentos que, sin dudas, marcará el resto de su vida.

¿Podrías explicar en qué consiste el concepto de parto respetado/humanizado?

Es un modelo de acompañamiento del parto centrado en los derechos de la madre y su bebé. Se busca respetar los tiempos fisiológicos del trabajo de parto, en libre movimiento, y la necesidad de permanecer juntos en el post parto.

Es un cambio de paradigma en el modelo de atención en el cual la mujer toma real protagonismo en su propio proceso, siendo capaz y adulta para la toma de decisiones con toda la información a su alcance.

En la Argentina existe la Ley 25.929 y el Decreto 2035/2015 que establece los derechos de toda mujer en relación con el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el postparto. ¿Por qué crees que al día de hoy muchas mujeres desconocen estos derechos que la amparan?

Lamentablemente la institucionalización del parto trajo aparejados usos y costumbres de un sistema médico paternalista en el cual la fisiología del trabajo de parto y del binomio madre-hijo fueron estandarizados bajo un modelo industrializado, desarraigándolos de su propia sabiduría coherente con su sentido biológico natural.

La mujer dejó de ser la poseedora de todo su potencial reproductor para convertirse en parte de un acto médico en el que, por darte un ejemplo común, se la colocó incómodamente en una camilla con estribos y reflectores alumbrando su vulva para la comodidad de los trabajadores de la salud.

Esta forma de parir ya trae varias generaciones. Creo que es la forma de internalizar al modelo médico, con esa manera aniñada de aceptar lo que éste impone, sin cuestionamientos, y dando por hecho que la naturaleza tiene que ser “encauzada” por la industria de la salud.

Es por eso que las mujeres traemos ya años de esta cultura del parto “asistido”, y dejó de ser el instinto materno, de hembra reproductora, poseedora de todo lo necesario para parir, tema de interés.

Ese extremo del péndulo, con la colección creciente de malas experiencias de parto, nos trajo de vuelta.

¿Cuáles son las principales diferencias entre un parto tradicional y un parto respetado desde el punto de vista tanto médico como emocional?

Desde el punto de vista médico, cambia por completo la perspectiva. El acompañamiento es totalmente desde otro lugar, de observación pasiva, con mínimas intervenciones como el monitoreo de latidos fetales y la dinámica uterina, a través de la palpación.

Es sencillamente estar ahí para intervenir si es necesario, pero respetando los tiempos de esa madre, que pueden ser mayores de lo esperado. Sin intervenciones innecesarias ni “corrigiendo” la frecuencia de las contracciones. Sin interrumpir el ambiente tranquilo, con luz tenue en el cual la parturienta trascurre moviéndose como quiere y con las personas que quiere.

Los que acompañamos el parto de manera respetada ponemos nuestro conocimiento al servicio de la mujer, pero con mayor complicidad con su naturaleza salvaje, íntima, conocedora de sus propias estrategias corporales. Y cuando uno, como profesional, empieza a tener cancha en esa observación pasiva, es más fácil también detectar situaciones de riesgo.

Y, como dije más arriba, el parto con asistencia médica convencional se realiza en salas iluminadas y ruidosas donde, más allá del trato respetuoso en los modos y la comunicación, no se respeta la necesidad de intimidad y tranquilidad necesarias para un proceso tan instintivo, familiar y sexual como lo es el parto.

El nacimiento de un nuevo miembro de la familia, además de ser un evento totalmente natural, es un gran acontecimiento social que se vive con gran emoción. Marca la vida de la mujer para siempre. La transforma. Por eso nuestra misión como acompañantes es garantizar no sólo el resultado obstétrico positivo (mamá sana y bebé sano), sino también el recuerdo de una experiencia amorosa, llena de gozo, que colme de seguridad y poderío a la mujer que supo atravesar triunfante semejante desafío biológico.

Parto humanizado

Sin dudas, los partos respetados tienen innumerables beneficios para la madre y el bebé, sin embargo, la violencia obstétrica sigue instalada en nuestra sociedad. ¿Crees que las mujeres no son conscientes de los mal tratados recibidos durante sus consultas o lo saben pero tienen miedo a denunciar?

Ese momento, mal acompañado, desinformado, es de mucha vulnerabilidad. Muchas mujeres callan porque elijen no desafiar a “la autoridad”, en la cual tienen de manera pasiva depositada su vida. Otras se dan cuenta tiempo después que su experiencia no fue positiva. En el momento nace su bebé y eso genera alegría, y se tarda en procesar lo que pasó. Y es doloroso también descubrir que no hubo conexión con la experiencia ni con el bebé.

Presentar un plan de parto, reconocerse como la única protagonista apta y soberana del parto, requiere también asumir una responsabilidad como mujer adulta que no todas están dispuestas a tomar. Es difícil salirse del paradigma asistencialista del “yo no sé nada y en tus manos deposito mi confianza”. Pone al médico en una situación delicada de tener que garantizar resultados y a la paciente la enajena del parto, que en definitiva es de ella y de nadie más.

Como médica he tenido también reproches por parte de familiares de pacientes por no intervenir más, o por no operar porque “se muere de dolor y la hacés sufrir”, etc… como si los médicos fuéramos una especie de dios que dirige la naturaleza (a la mujer, a su parto) y la tuerce como quiere. Este cambio de modelo va más allá del respeto en el trato. En las formas es de respeto y amorosidad, pero en el fondo es de conciencia y libertad.

¿Qué te llevó a especializarte en el enfoque de parto respetado y cuáles son los principios fundamentales que guían tus consultas médicas?

Tuve una experiencia de parto muy reveladora. A partir de mi propia experiencia, del trato que recibí, siendo yo obstetra, empecé este camino.

Con respecto a mis consultas, me interesa trasmitir tranquilidad y seguridad. Ir dando herramientas durante los controles para que al momento del parto haya seguridad en ella misma. Trato de alejarme bastante de la estrategia del miedo y de las advertencias.

Seguramente te has encontrado con varios desafíos en la práctica de tu profesión, ¿qué es lo que más te ha costado al momento de encarar los partos de manera respetada? ¿Qué objeciones o reticencias existen en la actualidad desde las instituciones médicas?

Al principio fue más difícil. Es muy incómodo “corregir” a compañeros de trabajo. Nunca tuve problemas en confrontar, pero es una situación desagradable. Son muchos pequeños detalles que hacen a un resultado poco placentero. Desde pedir silencio en quirófano, para recibir al bebé como se merece, hasta tapar a la mujer en el momento del tacto. Pediatras, colegas, enfermeras, parteras… todos tenemos mucho que aprender.

Cuando empecé a cambiar mi forma de ver las cosas, lo común era que en el momento del parto, en el hospital, todo el mundo hablara de cualquier pavada de su vida mientras la mujer paría, por darte un ejemplo. Después fue un drama poner al bebé directamente en el pecho de la mamá al momento de nacer.

Para cuando me fui del hospital donde trabajaba (en el 2021) yo llevaba mi silla de parto para asistir partos verticales y asistimos un parto en la cama, en cuadrupedia. Las nuevas generaciones de parteras vienen con más ímpetu y ayudan. Te diría que los más reticentes son los propios médicos y las enfermeras. Pero fuimos cambiando.

¿Qué opinión te merece la medicalización excesiva durante el proceso del parto y su impacto en la experiencia de la madre y el bebé?

El uso de oxitocina sintética para corregir las contracciones uterinas y en el post parto inmediato, interfiere con la oxitocina endógena, que es la hormona del apego. Obviamente que hay situaciones en donde su uso puede ser necesario, pero usarla de rutina es un error. Genera trabajos de parto más intensos y dolorosos. En la práctica médica deberíamos basarnos en el principio primun non nocere. El trabajo de parto fisiológico no requiere medicación.

Por último, ¿qué consejos les darías a las futuras mamás a la hora de buscar un ginecólogo/obstetra?

Que busquen médicos que den tranquilidad y seguridad en ellas mismas y puedan evacuar dudas sin problemas para salir de cada consulta sin ansiedad.

 

Contacto Instagram: Tani de Urraza


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1 comentario

  1. Muy buena entrevista. Gracias Quisiera preguntarle a la Dra.Tani de Urraza, su posición con respecto a las inyecciones experimentales covid desde el enfoque del embarazo/parto respetado.
    La pregunta radica en la experiencia negativa que han tenido muchas mujeres embarazadas, a las que médicos durante 2021/2023 le han exigido y o recomendado por ser sus pacientes que se pusieran estas inyecciones experimentales desconociendo los efectos adversos que tenían a mediano y largo plazo.
    Considero que es muy importante conocer las posturas de los médicos previo a elegir un equipo que acompañe a una mujer en su embarazo y parto, teniendo en cuenta que en EEUU (donde se realizan encuestas controles estadísticas mas fiables que en Argentina) la iatrogenia es la tercera causa de muerte.
    Gracias

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