El 8 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Radiología con motivo del aniversario del descubrimiento de los Rayos X en 1895 por Wilhelm Roentgen, un ingeniero mecánico doctorado en física.
Según la Revista Argentina de Radiología, todavía existe cierta incertidumbre sobre lo que sucedió exactamente el día del descubrimiento. Se cree que Roentgen, mientras experimentaba con rayos catódicos, vio accidentalmente la misteriosa luminiscencia de un papel pintado con una sustancia fluorescente sensible a la luz. El papel se encontraba a cierta distancia de un tubo de descarga de gas con el que estaba trabajando y, aun después de haber cubierto el tubo con cartón, la fluorescencia no disminuía. Inmediatamente reconoció que se había topado con algo totalmente nuevo, así que se dedicó a investigar las propiedades de estos rayos. En la investigación utilizó la mano de su esposa y logró captar una imagen de sus huesos. Esta fue la primera radiografía de la historia y el físico notificó su hazaña a médicos y científicos, quienes fueron adoptando este método en hospitales hasta popularizarlo, con el objetivo de realizar diversas prácticas en la medicina moderna.
Indefectiblemente, al poco tiempo se desató un síndrome de radiación que comenzó a afectar la salud de quienes tomaban y de quienes recibían estas imágenes, por lo cual los establecimientos que tenían instalados estos sistemas se vieron en la necesidad de tomar medidas de protección (delantales, gafas, guantes, etc.). Sin embargo, aún en la actualidad se sigue insistiendo en los “beneficios” de estas prácticas.
La paradoja de Marie Curie
Marie Curie fue una física, matemática y química polaca. En 1903 le concedieron el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los elementos radiactivos y en 1911 le otorgaron el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre el radio y sus compuestos. Uno de sus mayores aportes fue haber descubierto que la radioterapia podría ser un tratamiento contra las enfermedades cancerígenas, lo que hizo que sus experimentos ganaran adeptos y se popularizaran inmediatamente. Paradójicamente, a causa de la radiación a la que estuvo expuesta en esos experimentos, padeció anemia perniciosa y, medida que la enfermedad avanzaba, perdió la vista hasta que finalmente falleció el 4 de julio de 1934.
Las radiografías y la medicina
Los Rayos X crean una radiación invisible muy penetrante que atraviesa grandes espesores de papel e incluso metales poco densos. La proyección de imágenes del interior del cuerpo humano gracias al uso de estos rayos, brindan un método de diagnóstico y observación que sirve para detectar fracturas, conocer el estado dental de un paciente o identificar anomalías en el desarrollo de un feto, entre otras. Sin embargo, la exposición a este tipo de radiación dista años luz de ser una práctica segura. Imaginemos por un instante los efectos de someter nuestro cuerpo a este tipo de radiación cada vez que nos realizan estudios tales como radiografías óseas, dentales o de algún tipo de órganos (radiografía abdominal, mamografía, etc.). Si bien pretenden brindarnos tranquilidad, argumentando que la radiación recibida es en pocas cantidades, entonces ¿por qué una mujer embarazada debe avisar al médico antes de realizarse un “simple” estudio que utiliza Rayos X? ¿No era que no había riesgos en dosis bajas? ¿Y qué pasa ante la exposición reiterada, como las mamografías anuales en el caso de las mujeres pasada cierta edad?
Los polémicos Rayos X
Los Rayos X y los materiales radiactivos son la mayor fuente de exposición a las radiaciones artificiales a las que estamos sometidos. El daño producido al cuerpo humano por las radiaciones recibidas se mide a través de una unidad llamada Sievert (Sv). La dosis media para fines diagnósticos, en un país desarrollado, es del orden de 1,0 miliSievert (mSv) por año, aunque pueden alcanzarse dosis tan altas como 100 mSv (*). Cuando la radiación pasa a través del cuerpo, una parte es absorbida. La cantidad absorbida contribuye a la dosis de radiación del paciente y los rayos que no son absorbidos son utilizados para crear la imagen. Hay que tener en cuenta que la misma cantidad de radiación produce distinto daño en un cierto tejido biológico, dependiendo del tipo de radiación de que se trate (alfa, beta, gamma, rayos X o neutrones). Además, los distintos órganos y tejidos del cuerpo humano tienen diferente sensibilidad y son dañados de forma distinta por un mismo tipo de radiación.
¿Por qué un Día Mundial de la Radiología?
En cualquier portal hegemónico veremos que el motivo de esta fecha es concientizar sobre los riesgos laborales de ser radiólogo, entre los cuales podemos mencionar la alteración del sistema inmune, el desarrollo de diferentes tipos de cáncer, pérdida del cabello, ceguera, infertilidad y mutaciones genéticas, entre otros.
Sin embargo, nada nos dicen sobre las presuntas consecuencias de someterse a este tipo de estudios médicos. Tampoco nos cuentan sobre la real prevención, es decir, sobre aquellas medidas que alejan la enfermedad, como por ejemplo una adecuada alimentación, descansar lo suficiente, exponerse a la luz natural y realizar actividad física regularmente. Cuando nos sometemos a estudios con Rayos X no estamos previniendo nada, lo que estamos haciendo es detectar de manera temprana algo que ya existe. La medicina moderna evidentemente no hace hincapié en la prevención, sino que desvía la atención hacia cuestiones poco relevantes para que dejemos de lado las que sí lo son y están al alcance de la mano (luz solar, prana, aire puro, agua y contacto con la naturaleza). Y así, gracias a desviar la atención, generan en nosotros la creencia de que nos estamos cuidando.
Cuestiones legales
¿Qué leyes, decretos o reglamentos regulan la actividad en nuestro país? En el documento «Prevención en el uso de Radiaciones Ionizantes en servicios de diagnóstico y tratamiento o medicina forense que utilizan generadores de Rayos X» publicado en www.argentina.gob.ar, el sitio oficial del estado argentino, se mencionan las leyes y las autoridades regulatorias en la materia (**). Entre otras cosas, en el referido documento se solicita justificar en cada práctica que el beneficio que se obtenga sea superior al daño biológico que se pueda ocasionar.
Por otro lado, existe el consentimiento informado: «un acto por el cual el médico describe al paciente, de la manera más clara posible, el estado de salud y el procedimiento a seguir, detallando los beneficios y riesgos que ello implique. Requiere de parte del paciente el entendimiento y la aprobación de dicho procedimiento. Según la Ley 26529 sobre los derechos del paciente, el consentimiento informado puede ser verbal o escrito, aunque será esencialmente escrito cuando se trate de una intervención quirúrgica, procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasivos o aplicación de procedimientos que conlleven un riesgo relevante (***).
¿No creen, entonces, que es razonable requerir el consentimiento informado (incluso por escrito) en las actividades médicas con riesgo elevado tales como las prácticas de la radiología intervencionista? Quisiera saber a cuántos de los lectores de este artículo les han informado sobre los riesgos de este tipo de prácticas a lo largo de su vida (así como de tantas otras).
Algunas reflexiones finales
En primer lugar, un método tan nocivo y ampliamente difundido desde hace más de un siglo, ¿por qué no es puesto en tela de juicio? ¿Por qué a lo largo de todos estos años no se ha fomentado la investigación de métodos o tecnologías alternativas y más seguras para detectar las mismas enfermedades o patologías que se detectan hoy con Rayos X?
En segundo lugar, ¿cuál es el verdadero costo/beneficio de estas terapias? ¿Cuál es el porcentaje de la población que se sana o se cura completamente con rayos? Y de ser así, ¿con qué secuelas queda el paciente?
Por último, me pregunto, ¿será que es un negocio demasiado redituable para dejarlo de lado? Invito al lector a reflexionar sobre este tipo de estudios y sus promotores. En un mundo donde la información perniciosa circula libremente y la que no conviene es silenciada, encontrar fuentes confiables es una tarea bastante ardua. Empecemos por cuestionar todo lo que nos hace ruido desde preguntas sencillas: ¿Quién se beneficia más con este estudio, el sistema médico o mi biología? ¿Por qué tantos profesionales de la salud no me cuentan cómo prevenir verdaderamente una enfermedad y solo me recetan estudios de rutina? ¿Tengo que realizarme estos estudios que tienen efectos realmente nocivos o existen otras alternativas? Un consejo: hagamos como cuando nos enseñaron en el colegio a despejar la X de la ecuación, solo así daremos con el resultado indicado.
(*) https://www.csn.es/documents/10182/914805/Dosis%20de%20radiaci%C3%B3n (página 6)
(**) https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/prev_ionizantes_nov2021.pdf
(***) https://www.argentina.gob.ar/salud/hospitalsommer/pacientes/consentimientos-informados
Fuentes
– Wilhelm Conrad Roentgen. El descubrimiento de los rayos x y la creación de una nueva profesión médica. En https://www.elsevier.es/es-revista-revista-argentina-radiologia-383-articulo-wilhelm-conrad-roentgen-el-descubrimiento-S0048761916301545
– Dosis de Radiación / CSN. En https://www.csn.es/documents/10182/914805/Dosis%20de%20radiaci%C3%B3n
– Radiology Info. En https://www.radiologyinfo.org/es
– MedlinePlus. Rayos X. En https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/003337.htm
– Marie Curie, la mujer que cambió la ciencia moderna. En https://www.cultura.gob.ar/marie-curie-la-mujer-que-cambio-la-ciencia-moderna-9721/
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