«Los medios suministran a la gente las palabras y las frases que pueden utilizar para defender un punto de vista. Si la gente no encuentra expresiones habituales, repetidas con frecuencia, a favor de su punto de vista, cae en el silencio, se vuelve muda». (Elisabeth Noelle-Neumann – La Espiral del Silencio)
La Teoría de la Espiral del Silencio
La Teoría de la Espiral del Silencio fue desarrollada en la década de 1970 por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, quien en su libro homónimo postuló que las personas tienen una tendencia natural a permanecer en silencio o a expresar sus opiniones dependiendo de cómo perciben la opinión predominante en la sociedad.
En pocas palabras, aquellos que sienten que su opinión es compartida por la mayoría tienden a expresarla abiertamente, mientras que aquellos que creen que su opinión es minoritaria tienden a permanecer en silencio por temor al aislamiento social o a posibles consecuencias negativas.
En este sentido, la opinión pública opera como un mecanismo de control social en el que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no.
Paralelismos con la actualidad
Lo atractivo de la Teoría de la Espiral del Silencio es que proporciona un marco conceptual muy interesante para comprender cómo las percepciones sobre la opinión predominante influyen negativamente a la hora de expresar una opinión divergente o cuestionar la narrativa oficial.
Tomemos como caso reciente la pandemia por Coronavirus. Si traspolamos esta teoría al año 2020 y recordamos el discurso homogeneizante de la época, podemos observar una serie de paralelismos en varios aspectos, ¿cuál creen que ha sido el lugar que se ha otorgado en la agenda mediática a las opiniones de médicos, científicos y profesionales de la salud que no condecían con el discurso oficial?
A esta altura es una obviedad decir que los medios promueven debates sesgados y con miradas claramente partidistas, que dejan en evidencia su rol de títeres lamebotas de las grandes corporaciones. Sus silencios, lo que ocultan de la realidad y lo que exaltan de ella, inciden de manera directa en la opinión pública, opinión que se va consolidando en función de la cantidad de medios que avalan determinada postura y el tiempo que persisten con esa misma narrativa (cualquier coincidencia con lo sucedido en 2020 es pura casualidad).
Por supuesto que todo este mecanismo se retroalimenta constantemente y hace unos años, con el nacimiento de los fact-checkers, somos testigos de cómo se puede tergiversar la información aún de manera más exacerbada y en nombre de una supuesta verdad. Estos grupos de verificadores de datos, lejos de trabajar de manera independiente, son financiados por los mismos formadores de la opinión pública: desde grupos de medios, reconocidos filántropos, organizaciones y universidades, acá lo único que hacen bien es trabajar en conjunto para llevar agua a sus propios molinos (tengo mucho por decir al respecto, pero quedará para otro informe ya que excede el punto que estoy abordando).
Conclusión final
Hoy, esta Teoría está más vigente que nunca. Depende de nosotros alzar nuestras voces, no para coquetearnos ni rivalizar con los líderes de opinión, sino para no insultar la inteligencia humana.
Si te gustó este contenido y querés colaborar con mi trabajo podes hacerlo a través de los siguientes medios. Muchas Gracias!