El 31 de mayo de 1987 la Organización Mundial de la Salud (OMS) promulgó el Día Mundial sin Tabaco con el objetivo de informar y concientizar sobre los efectos nocivos y letales del consumo de tabaco y de la exposición pasiva al humo de esta sustancia.
Que un Organismo pestilente como la OMS esté detrás de esta y otras fechas que “promueven” la salud, tal como su nombre lo indica, a esta altura no debería llamarnos la atención, ya que toda medida proveniente de quien se supone vela por el bien de la humanidad, en realidad termina siendo peor que la enfermedad que la originó. Podría citar muchos ejemplos, pero con mencionar uno de los más recientes alcanza y sobra: las medidas “sanitarias” impuestas en 2020 so pretexto de una desbordante crisis virósica, es uno de los tantos ases bajo la manga con los que jugaron estos sucios.
Volviendo al tema que nos atañe, la OMS elige cada año un lema o tema central para focalizar sus campañas anti-tabaquismo. El lema del año 2022 fue: “El tabaco envenena nuestro planeta”. El de este año es: “Cultivemos alimentos, no tabaco”.
Por supuesto que estos lemas son, en apariencia, coherentes, lógicos y dignos de ser llevados a la acción. A simple vista, ¿quién podría objetarlos? Nadie que esté en su sano juicio. Sin embargo, el trasfondo de la cuestión es un poco más complejo que una frase bonita utilizada para engolosinarnos.
Que el tabaco envenena nuestro planeta no es ninguna novedad, de hecho, siempre fue así. ¿O acaso tuvieron que esperar hasta el año pasado para darse cuenta y lanzar una campaña? Pero como la industria tabacalera mueve millones y millones a nivel mundial, lo que sucede, conviene. Si realmente fuera de interés erradicar el problema de raíz, lejos de promover este tipo de campañas, prohibirían el cigarrillo sin más. Sin embargo, nos sugieren con cierta liviandad que somos nosotros quienes debemos dejar de fumar. Y esto tiene una clara intencionalidad: el foco siempre está puesto en la persona, no en los Organismos sinvergüenzas que nos refriegan en las narices todos estos productos que no tienen otro objetivo más que enfermarnos. Por supuesto que esto es lo que en definitiva buscan: no olvidemos que una persona enferma de por vida es el cliente premium de la farmacia.
Además, el negocio de las tabacaleras es uno de los que más ingresos generan a los estados no solo por la cantidad de productos comercializados sino también por los cuantiosos impuestos que se pagan sobre ellos. Lo que no se dice abiertamente es que el cigarrillo muchas veces no es una elección sino una adicción y, como tal, genera una dependencia que resulta sumamente difícil de controlar (el fumador invierte su dinero en el mismo producto que la OMS dice combatir, pero que a su vez genera tantas ganancias y mantiene a tantas industrias operativas, que se termina transformando en un círculo vicioso que, desde ya, a los poderosos no les conviene frenar).
Una vez finalizado el libreto de la contaminación, se proponen deleitarnos con la bonita frase: “Cultivemos alimentos, no tabaco”. Pero tampoco nos informan sobre los cultivos a gran escala y la inmensa cantidad de pesticidas y agroquímicos utilizados en el proceso. Mucho menos nos dicen que Bill Gates, el magnate que financia vacunaciones masivas y predice pandemias, es el rey de las tierras agrícolas de los Estados Unidos (saquen sus propias conclusiones). Es decir, que mientras lanzan campañas ficticias anti esto y anti lo otro, nos enferman en silencio. Y es ese silencio el que nos va a terminar matando si no hacemos nada al respecto.
Con la controversial Ley Nº 27.642 de Etiquetado Frontal, ¿será que también incluirán varios octógonos negros en los atados de cigarrillos? Quiero aclarar que el peligro no lo representa la etiqueta en sí, sino el uso y abuso que hacemos de esos ultraprocesados (y de los puchos) que rabalsan las góndolas de cualquier supermercado. El verdadero alimento es el que provee la madre tierra y también nos estamos distanciando de esa fuente de vida.
Por último, además de estampar octógonos en los paquetes de galletitas, en el packaging de cigarrillos se imprimen imágenes morbosas y nefastas sin tener en cuenta que quienes consumen nicotina tienen un problema de adicción. Yo me pregunto, ¿alguna vez dejarán de fomentar estas industrias de la muerte?
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