Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros. (Groucho Marx)
Contestatario. Irreverente. Disruptivo. Estas son algunas de las palabras utilizadas en las redes para despedir a Jorge Lanata, sin dudas, un controvertido personaje del mundo periodístico cuya extensa trayectoria es directamente proporcional a su modo irónico, ácido y despectivo a la hora de comunicar.
Quiero aclarar que la intención de este artículo no es describir su carrera (para eso existen varios sitios donde consultar), pero para poner en perspectiva sus grandes habilidades manipuladoras y su inescrupuloso viraje ideológico es menester conocer el recorrido mediático de este señor.
De humilde colaborador a vocero del establishment
Nacido en Mar del Plata y criado en Sarandí, provincia de Buenos Aires, en la década de 1980, a los 14 años Jorge Lanata dio sus primeros pasos en el mundo gráfico como redactor y colaborador en varias revistas, entre ellas “Colmena”, “Siete Días” y “El Porteño”.
Más adelante incursionó en radio Nacional, Belgrano, Mitre (con su programa “Lanata Sin Filtro”) y Rock & Pop (con su programa “Rompecabezas”) y en los canales de Televisión ATC (hoy, Televisión Pública), América TV (con el programa “Día D”) y Canal 13 (con el programa Periodismo Para Todos). Sin embargo, el hito más importante se produjo en 1987 con la fundación de Página/12, diario del que siempre se jactó de ser su creador.
¿Fundador de Página/12?
Cabe mencionar que, si bien casi por unanimidad se lo considera el “padre” de esa publicación, analizando otras voces nos encontramos con Rubén Furman, periodista que participó de la fundación y fue el primer secretario de redacción de ese diario, quien nos cuenta su experiencia con el periodista en primera persona: “El fulminante éxito inicial de Página/12, el diario del que Lanata siempre se proclamó `creador y fundador´, fue producto de variados factores (…) A medida que su relación con el `grupo empresario´ se deterioraba, Lanata comenzó a hablar con obsesiva insistencia de `el diario que yo hice´, adjudicándose la exclusividad de la autoría (…) Si el diario hubiera sido obra exclusiva de Lanata habría desaparecido con su salida, en 1994, pero no ocurrió (…). (1)
Su participación en la prensa escrita
Lejos retirarse de los medios con su salida de Página/12, su incursión en gráfica cobró impulso para lo que vendría: ya mientras desarrollaba su carrera en Página/12, entre 1990 y 1995 dirigió la revista Página/30.
En 1998, convocó a un equipo de periodistas con los que había trabajado en la primera época de Página para fundar la revista Veintiuno (que luego se llamó Veintidós y Veintitrés), apuntada a un público progresista en competencia con la revista Noticias, de editorial Perfil.
En 2001 fundó la revista Ego, fue columnista de opinión en diario Perfil (no olvidemos que hasta hacía poco iba en contra de esa línea editorial) y en 2008 fundó el diario Crítica de la Argentina, que permanecería en las calles hasta 2009. A comienzos de ese año fue conductor de “Después de todo” (DDT), un programa periodístico semanal que se emitía por Canal 26, hasta que en 2011 decidió dejar de vociferar contra el Grupo Clarín para unírsele.
Su ingreso a la pantalla de Canal 13 con PPT, su columna de los sábados en el “gran diario argentino” y su programa “Lanata sin filtro” en radio Mitre, no hicieron más que derrumbar el castillo de naipes sobre el que había construido su carrera periodística.
¿Periodismo o show de poca monta?
La pérdida de rigurosidad -y de rumbo- se fue convirtiendo en una suerte de show mediático para complacer a un público cada vez más sediento de información espectacularizada. Pero en este espectáculo los periodistas terminan siendo meros actores intentando que la información se haga creíble. Lástima que en el momento en que las ironías, las burlas y las imitaciones insulsas brillan por encima de la información, el ejercicio de la profesión pasa a ser un boludeo.
El inacabable vaivén ideológico de Jorge Lanata lo llevó a coquetear con diferentes posturas políticas y sociales, aspectos que no debieran esconderse bajo la alfombra si lo que se pretende es hacer honor al verdadero periodismo. Sin embargo, y dado que cada medio enfoca la realidad desde su propia miopía, no es casual que un personaje tan icónico como el que estamos describiendo, sea recordado por la mayoría como modelo a seguir.
Conveniencia y línea editorial
En sus inicios Lanata se destacó por perfilar como un periodista crítico y de investigación, caracterizado por una postura progresista, de izquierda moderada, y con mucho énfasis en exponer la corrupción, las desigualdades sociales y las políticas neoliberales que afectaban a los sectores más vulnerables de la sociedad.
En los 90 fue un claro opositor al gobierno de Carlos Menem, y su línea editorial estaba alineada con una feroz crítica a las políticas de privatización y apertura económica de la Argentina de esos años.
Pero a partir del 2000 comenzó a distanciarse de sus ideas previas y fue virando hacia posturas más conservadoras. Este giro se profundizó con el lanzamiento del programa televisivo “Periodismo para Todos” (PPT) en 2012, donde puso de manifiesto su dura crítica al kirchnerismo.
En este contexto de regreso a la pantalla chica, Lanata adoptó un estilo más sensacionalista y polarizador, lo que le permitió ganar una audiencia masiva, pero al mismo tiempo lo llevó a ser señalado por muchos como un actor clave en la construcción de una agenda mediática totalmente politizada.
Lanata encontró en Grupo Clarín el aliado perfecto para sintonizar con los espectadores con sus mismas ideas, retroalimentando y potenciando el sentimiento de odio mutuo hacia el kirchnerismo. Y claro que hay muchísimo por cuestionar y denunciar a ese gobierno. Pero también lo hay en los demás, y de esto parece no haberse enterado nuestro querido Jorge. Si realmente hubiese sido un periodista comprometido con la verdad, los habría denunciado a todos, sin excepción.
Periodismo en “Pandemia”
En 2020 cuando la Argentina padecía las medidas drásticas de confinamiento indeterminado, Jorge Lanata, en vez de investigar lo que estaba sucediendo detrás de escena, se fue a Miami para inocularse los líquidos experimentales autorizados por emergencia.
Lejos de ser un periodista que investiga para exponer la verdad, terminó siendo un títere más al servicio del poder, haciendo uso del progresismo cuando le convino y así, dar una imagen de sí mismo que supo escribir mientras la borraba con el codo.
Todo concluye al fin…
Si la vida profesional de Lanata estuvo signada por venderse al mejor postor, su vida personal no ha corrido mejor suerte. Podemos afirmar que el ejercicio del periodismo no lo decantó por su propio peso pero sí lo hizo su salud física.
Con un inmenso deterioro corporal, producto de 10 años de consumo de cocaína y su incansable hábito de fumador, este sujeto ha sabido degradar su cuerpo de una manera impoluta. A sus adicciones sumémosle su convicción sobre la “pandemia” (basada en puro servilismo más que en investigaciones exhaustivas), la primer ola, la segunda ola y la importancia de las vacunas.
Habiéndose inyectado el mismo veneno que promocionó abiertamente, el 30 de diciembre y luego de estar internado meses en un hospital porteño, Jorge Lanata se despidió de este mundo debido a una falla multiorgánica. Como si cada medio, cada sujeto y cada sector social al que le dio voz y voto y luego defenestró, le hubiese estallado en el propio cuerpo. Así se fue de este plano este mediático tan venerado, más bien por carencias ajenas de sus colegas que por virtudes propias.
(1) https://www.letrap.com.ar/opinion/jorge-lanata-primera-persona-n5411284
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